
Por medio de este blog pretendemos desarrollar un estudio exegético de 1 Samuel 16: 14-23.
14“El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. 15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.
16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio.
17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo.
18 Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.
19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.
20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo.
21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas.
22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos.
23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él”. (RV 1960)
Hemos delimitado nuestro estudio a estos pasajes porque consideramos que establecen una pericopa. A diferencia de los versos 1 al 13 del capítulo 16, que nos presentan un evento aislado que ocurre en Belén, donde es ungido David por el profeta Samuel, cumpliéndose así, el mandato dado por Dios. Sin embargo, el texto en estudio el autor menciona cómo el Espíritu de Jehová se aparta de Saúl y en su lugar actúa un espíritu malo de parte de Jehová.
El hecho aquí mencionado, es la motivación de nuestro estudio, puesto que nos presenta cuestiones muy interesantes, como por ejemplo: ¿Es posible que un espíritu malo proceda de Dios y además cumpla la misión de atormentar? Si esto fuera así, ¿Cómo entenderíamos el libre albedrío? O por otra parte ¿Cómo dilucidaríamos el actuar de Dios?
Para poder responder a estas preguntas, primero veremos que es lo que realmente nos quiere decir este conocido relato.
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